Los ataques digitales a compañías se disparan debido a la falta de inversión en ciberseguridad
Actualmente la delincuencia en la red se ha convertido en la tercera actividad delictiva con mayores beneficios del mundo, y se dice pronto. Luis de Eusebio, director adjunto de Europool y miembro del Cuerpo Nacional de Policía, afirma que estas actividades han llegado a alcanzar los 500.000 millones de euros al año y están siendo realizadas por bandas perfectamente organizadas y con un grado elevado de especialización en estos tipos de crímenes cibernéticos.
El más común de estos delitos es el robo de datos confidenciales, pero no escasean los episodios de espionaje y de competencia desleal. Y es que la vía de ataque más común consiste en bloquear la memoria del ordenador de un pequeño comercio, a través de un virus recibido por un simple correo electrónico.
De los delitos electrónicos que se produjeron en España en 2013, el 80% fueron estafas dirigidas a individuos y compañías, que vieron afectadas sus cuentas de resultados, además de la producción si carecían de copias de seguridad de sus datos.
En este panorama, donde “casi todo es saboteable”, como afirma el abogado experto en delito cibernético Rafael Chalela, las compañías más avanzadas son las entidades financieras, pues llevan más tiempo sufriendo los ataques.
Ahora bien, ¿qué herramientas tienen las compañías para protegerse? Se trata en primer lugar de analizar las propias debilidades para tomar medidas. Entre otras, impulsar las redes limpias que aseguren la navegación por páginas seguras; contratar servicios de vigilancia digital, que buscan la información que circula de la empresa por internet, incluidos los suburbios; o proteger los dispositivos móviles para poder conectarse a redes wifis sin riesgo de que la información sea secuestrada.
Grandes grupos como Telefónica o Deloitte ya ofrecen sus servicios a otras empresas. Y la escuela Deusto Business School ha creado un programa de innovación en ciberseguridad que empezará el próximo septiembre. El objetivo es común y extensible a todas las pequeñas, medianas y grandes empresas: analizar las amenazas y encontrar la manera de abordarlas desde una perspectiva multidisciplinar. Aunque no se vea, es un riesgo potencial y hay que reforzar las defensas.
Y es que ya no solo están peligros nuestras campañas, quien sabe si todos nuestros trabajos.
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